Abrazada a ti, no podía pronunciar palabra alguna, nuestras respiraciones hablaban por nosotros mismos, el pequeño rayo de luz que se colaba por la persiana te alumbraba los ojos, los cuales no dejaban de mirarme, no tardé en darme cuenta, entre sábanas, mantas y almohadones, de que lo mejor de mi vida eres tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario